Hoy os hablaré de mi periplo internacional más reciente: Mi viaje por las Islas de Guadalupe.


Muy bien, tenéis derecho a no saber donde está, aquí una pequeña ayudita para el que la necesite:


Estas islas caribeñas, junto con la isla de Martinica un poco más al sur, son en realidad departamentos de Francia de Ultramar. Bueno, el tema de los DOM -TOM franceses puede ser un poco confuso, asi que por ahora no vamos a entrar en detalles. Pero digamos que sería como tener unas Islas Canarias al otro lado del Atlántico. Sí, con euro "y tó".

No es un lugar muy conocido para los no francófonos (yo me incluyo), pero habia aprendido algo sobre las Antillas Francesas anteriormente gracias a locales que había conocido en mi universidad.

La primera de ellas fue Alexandra, una erasmus de la que fui tutora allá por 2008. En principio mi misión era ayudarla en su integración y a rellenar sus papeles de la universidad. Pero al final fuimos más amigas que otra cosa, e inseparables durante su semestre en España. A su partida me invitó a visitarla a su isla, y aunque hubiera querido, en ese entonces mi pensamiento fue "si claro, pero como rayos (y con cuanto dinero) voy hacer para llegar alli, si está donde Cristo perdió el mechero!".

Bien, el destino quiso que 6 años después acabara alli por un viaje de trabajo (vamos, lo normal...), y mi amiga y yo nos reencontráramos. Irene del 2008, in your face!

 Alexandra y yo antes
Alexandra y yo hoy
Ahora estamos mas viejas mejor, no digáis que no! :P

Volviendo al tema, Guadalupe es un archipiélago compuesto por varias islas e islotes. Las dos islas más grandes, Grande-Terre y Basse-Terre, están casi unidas y conectadas por un puente. Juntas simulan la forma de las alas de una mariposa. Alrededor de ellas están las demás islas más pequeñas: Marie-Galante, Les Saintes y La Désirade. Yo visité todas a excepción de esta última.


Grande-Terre

Grande-Terre, el ala derecha de la mariposa,  es famosa por su turismo de sol y playa. Y es que sus ciudades balneario, como El Gosier, Sainte-Anne y Saint-François son el destino vacacional de miles de franceses cada año. De alguna forma estas islas son para los franceses como Punta Cana, Varadero y Riviera Maya para los españoles, aunque me atrevería a decir que en comparación, el destino es aún más popular entre los Franceses (recordemos que forma parte de Francia = misma moneda, sin visados, mogollón de vuelos semanales y a buen precio). Y los hoteles... bueno, la mayoría no son tan fashion y lujosos como en otros destinos del Caribe, es otro concepto, pero ya lo iremos viendo.

A mi llegada a la isla un sábado por la noche, el taxista me llevó directamente a casa de mi amiga, a las afueras de Sainte-Anne. Allí me esperaban ella y su familia, que me recibieron a la manera caribeña: acojedores, sonrientes y con unas cuantas cosas ricas sobre la mesa.


Para empezar, el aperitivo guadalupeño por excelencia: Acras de morue (buñuelos de bacalao a la manera antillana), Ti-Punch (un ron bien fuertecito con lima y azúcar), ponche de fruta de la pasión (el mismo ron de antes pero con zumo de fruta de la pasión), y jugo de frutas tropicales hecho en casa.

Como "donde fueres haz lo que vieres", y aquí es la norma plinplarse una copa de alcohol del duro antes de comer, me decanté por el ponche de fruta de la pasión, pensando que sería más suave que el Ti Punch tradicional. Buen intento. Después de cumplir con la tradición me abalancé sobre el zumo como si no hubiera mañana. Lo siento, soy una blanda. Aunque queda mucho viaje y muchos aperitivos por delante para endurecerme, sino al tiempo... :P

Después de esos buñuelos maravillosos llegaría el plato principal. Mientras esperábamos en el porche su llegada mi olfato de sabueso se anticipó: "Huele a arroz basmati". Sorprendidas, mi amiga y su madre me confirmaron que así era. El plato consistía en un guiso caldoso de bogavante, pollo y tubérculos acompañados de arroz basmati (poulet à la brisque homard). Tenía un toque de especias orientales que le daban un sabor increíble. Simplemente delicioso.

El plato me entusiasmó tanto que olvidé tomarle fotos, pero creo que con esto que encontré en internet os podéis hacer un idea.

Quizás os estaréis preguntando porqué no cocinar algo más típico, algo local. Pues bien, aunque parezca mentira el arroz basmati y las especias como la cúrcuma o el comino forman parte de la gastronomía local. Y es que después de la abolición de la esclavitud y en búsqueda de mano de obra barata, los franceses contrataron a cientos de indios para trabajar en las plantaciones de azúcar de las Antillas. Éstos se mezclaron con los afro caribeños y colonos europeos, y de ahí surgió la riquísima cultura mestiza actual. Y de ahí también que sus platos típicos tengan una gran influencia de la gastronomía india.

 Créditos: Kreol West Indies

A la mañana siguiente mi amiga me llevó a conocer los alrededores. Mientras ibamos en el coche descubrí unos preciosos prados verdes llenos de ganado vacuno. Me recordó mucho a la zona de Normandía y Bretaña, solo que con palmeras.


La playa de Sainte-Anne, en fín. Es bonita. Pero para alguien que vive en República Dominicana, el listón está bastante alto. El agua azul turquesa sí, pero mucha gente, poca arena para tumbarse, y la carretera a dos pasos. We can do better.



Pero lo mejor fue disfrutar de mi amiga después de tanto tiempo. Teniamos mucho que hablar para ponernos al día!

Aquella noche me llevó a Saint-François donde me hospedaría, y desde entonces continué descubriendo la isla sola. Mi primera cena, comida rápida guadalupeña: un bokit, relleno de jamón cocido, huevo y queso emmental. Yummy.


Por alguna extraña razón, desde que vivo en el Caribe tengo una especie de Jet-Lag crónico, y me despierto a las seis de la mañana tenga o no tenga que madrugar. Como mis citas profesionales empezaban apartir de las 9:00 o las 10:00 de la mañana, tenía tiempo de sobra para disfrutar de la playa que tenía justo a lado, Plage de La Coulée. Ésta sí. Y lo mejor de todo es que la tenía para mi sola. Así sí.




Uno de esos días en la playa, paseando por la orilla encontré esto:



No soy arquéologa ni tenía cómo comprobarlo, pero aunque os parezca increíble este hueso podría ser perfectamente humano. Durante la época colonial, las playas eran el terreno más barato y de menos valor, pues no era fértil. Así los colonos tenían la *curiosa* costumbre de enterrar a sus esclavos negros en las playas. Aunque la mayoría de los turistas no lo saben, en varias playas de la zona había cementerios de esclavos, y con el paso del tiempo y el efecto de las mareas, el mar está descubriendo algunos de estos yacimientos. En la playa de Le Moule, por ejemplo, los locales han encontrado cosas así como algo habitual desde hace años. Es la parte de dura de descubrir el pasado de un pueblo.

También pude ver otros vestigios de otra época colonial en el Domaine de Zévallos (casa del amo de la plantación):


Habitation Sainte-Marthe (los locales dicen que hay fantasmas vagando por sus pasillos cada noche):


 Y por supuesto, las plantaciones de caña de azúcar:



Para terminar, aquí algunas fotos más de mi paso por Grande-Terre:


Mural en Saint-François

La playa de Le Moule al anochecer

Buceando en las aguas de Sainte-Anne
Cementerio de Morne-à-L'eau


 Perdón, es que mi reencuentro con los desayunos à la française me hizo muy, muy feliz

Esto es todo por hoy. En la próxima entrega, viajaremos dirección Basse-Terre!

À bientôt!